Este míercoles, el fútbol nos ofreció un claro recordatorio de que, en este deporte, la justicia es un concepto efímero. La final de la Conference League enfrentó al Real Betis y al Chelsea, un choque en el que los verdiblancos soñaban con escribir su nombre en los libros de historia europea. Sin embargo, se encontraron con un Chelsea que, a pesar de haber estado contra las cuerdas durante gran parte del encuentro, se levantó cuando más lo necesitaba, truncando así los anhelos de un Betis que había hecho un esfuerzo admirable.
Desde el inicio del partido, el Betis mostró su intención de dominar el juego mediante la posesión del balón, una estrategia que parecía dar frutos rápidamente. En solo nueve minutos, un brillante pase de Isco permitió a Abde marcar el primer gol, poniendo al equipo español en ventaja. La primera mitad fue un despliegue de control y calidad por parte de los verdiblancos, quienes supieron manejar el ritmo del juego y limitaban las oportunidades del Chelsea. Isco cimentó su rol como el conductor del juego, orquestando cada ataque y manteniendo al Chelsea a la defensiva.
No obstante, el fútbol, como se ha mencionado, carece de lógica y justicia. La segunda mitad trajo consigo una serie de cambios que alteraron el flujo del partido. El Betis, aquejado por lesiones, veía cómo sus sustituciones no lograban mantener el mismo nivel de intensidad y control. A la par, el Chelsea empezó a emerger con fuerza. En el minuto 65, Enzo Fernández igualó el marcador con un gol que parecía llegar de la nada, seguido rápidamente por un segundo tanto de Jackson. Lo que había sido una final dominada por los verdiblancos se tornó un ejercicio de resiliencia para los Blues, quienes tomaron el control.
La tensión se apoderó del estadio polaco cuando, en los minutos finales, Sancho y Caicedo sellaron la victoria del Chelsea. El 4-1 final demostró que, aun siendo el Betis el protagonista inicial, el fútbol tiene sus propias reglas y, a menudo, éstas favorecen a quienes saben capitalizar los momentos clave. Para el Chelsea, esta victoria representó la consecución de un título europeo que hasta ahora se les había escapado, mientras que para el Betis, fue un duro recordatorio de que, a pesar de los esfuerzos y la calidad, el resultado final puede ser implacable.
Los verdiblancos, a pesar de la derrota, tienen motivos para mirar hacia adelante. Con el billete asegurado para la Europa League la próxima temporada, el desafío será regresar más fuertes y con la convicción de que, aunque el fútbol no entienda de justicias, sí ofrece segundas oportunidades.
