La fiesta del Corpus Christi se ha celebrado este año en un contexto peculiar, pues cae en el tramo final de junio, justo cuando el verano se asoma con sus primeras. Aunque el calor veraniego empezaba a hacerse presente, la jornada dominical ofreció un clima más benévolo de lo anticipado. Sin embargo, esto no impidió que, durante los tramos soleados de la procesión, el público buscara refugio en las sombras de las bocacalles gaditanas.
La plaza de la Catedral, donde se esperaba una mayor afluencia, se mostró desolada durante el regreso de la procesión. Este hecho pone de manifiesto un dilema interesante: ¿merece la pena brindar la bendición en la puerta de la Catedral o debería la procesión concluir en el altar mayor, donde realmente comienza la celebración? En otros puntos claves como Candelaria, calle Nueva, plaza de San Juan de Dios y calle Pelota, la asistencia fue escasa. La tendencia parece indicar que los gaditanos no son muy propensos a madrugar el domingo de Corpus, prefiriendo disfrutar de las sombras.

A pesar de que ya estamos oficialmente en verano, la ciudad parece haber entrado en una fase de apatía hacia esta celebración eucarística. Esta desidia se refleja en Múltiples niveles: concejales, curas, cofrades y ciudadanos en general parecen haber optado por un compromiso mínimo con la fiesta. La escasez de ornamentos en fachadas y balcones, algo tradicionalmente característico del Corpus en Cádiz, es un claro indicador de esta falta de entusiasmo. Por primera vez, casi no se detecta ninguna decoración, ni en edificios religiosos ni en domicilios particulares, apartándose de la estética que normalmente embellecía plazas como Candelaria o Santiago.
Asimismo, la Corporación Municipal no escapó a esta tendencia; solo una docena de los 27 concejales de la ciudad asistieron al pontificio en la Catedral. Este año, la representación del equipo de gobierno fue aún más desalentadora, con apenas 10 concejales presentes. La presencia de autoridades civiles y militares añadió un toque de formalidad al evento, pero no logró contrastar la sensación de abandono por parte de los ciudadanos.
A pesar de la desilusión que rodea la celebración, hubo aspectos positivos que merecen ser destacados. La alfombra de ventas, que sustituyó al tradicional serrín, aportó una elegancia renovada al paso de la Custodia en la plaza de San Juan de Dios. También se recuperaron las columnas artísticas que adornaban la procesión, gracias al esfuerzo de la concejala de Cultura, Maite González, quien intentó mejorar la estética del evento con pequeñas intervenciones en el recorrido. Sin embargo, la escasez de plantas aromáticas como romero y tomillo, presentes en los años anteriores, dejó un vacío significativo en la ambientación.

Finalmente, la celebración culminó al mediodía con la bendición del obispo en la plaza de la Catedral, marcando el cierre de una jornada que, aunque rica en tradición, se vio afectada por una notable falta de compromiso de la comunidad. A medida que el Corpus se celebra en pleno verano, las carencias se hacen más evidentes, evocando la imagen de esos estudiantes que, a última hora, intentan apurar sus estudios sin verdadera motivación. Es evidente que el Corpus necesita retomar su esplendor, un desafío que exige del colectivo gaditano un renovado compromiso para darle la importancia que realmente merece.




