Gran sintonía, casi tres horas de reunión y una comparecencia conjunta sin preguntas y sin dar detalles, salvo que trabajan para poner fin a la guerra de Ucrania y que el diálogo entre Estados Unidos y Rusia irá a más, sobre todo por las relaciones comerciales. Ése fue el magro resumen de la histórica cumbre de Donald Trump y Vladimir Putin en Alaska, aparte de que la próxima cita entre los dos, según el estadounidense, será en Moscú y de que el republicano se comprometió en llamar a la OTAN y a Volodimir Zelenski para informar del encuentro con el jefe del Kremlin.
Fue éste quien tomó primero la palabra en la escueta rueda de prensa. “Estos últimos años han sido difíciles y tarde o temprano teníamos que pasar de la confrontación a la negociación. Espero que el acuerdo al que hemos llegado juntos nos ayudará a acercarnos a ese objetivo y siente las bases de una paz en Ucrania”, aseguró Putin, quien agradeció a Trump “su deseo de ayudar y su compromiso con este problema”, y llamó a Kiev y a los países europeos a no torpedear los logros alcanzados ya en el proceso de paz.
El presidente de Estados Unidos describió la reunión con Putin como “muy productiva”. “Nuestras negociaciones transcurrieron en una atmósfera constructiva y mutuamente respetuosa. Han sido tremendamente sustanciales y útiles”, dijo durante en la base aérea de Elmendorf-Richardson, cerca de Anchorage. Pero sin embargo evitó anunciar un acuerdo para sellar con Moscú un acuerdo de paz en Ucrania. “Aún no estamos ahí, pero hemos avanzado mucho”.
Mucha parafernalia y expectación para un resultado con tan poca chicha, que dejan a Ucrania y a la Unión Europea con poco que echarse a la boca. Más bien lo malo. Los gestos son cruciales y si hace cinco meses y medio Trump trató de humillar a Zelenski en la Casa Blanco, el estadounidense hizo todo lo contrario ayer con Putin, al que rindió honores de Estado en la base aérea de Elmendorf-Richardson, con alfombra roja incluida y aplausos fuera del protocolo. Juntos posaron con el cartel “Alaska 2025. Persiguiendo la paz”.
Después de los pertinentes saludos y las fotos protocolarias, ambos se montaron juntos en el mismo coche camino de la cumbre para abordar la paz de Ucrania -sin Kiev en la mesa ni tampoco los países europeos- y otras cuestiones armamentísticas, comerciales y económicas. Desde luego, el presidente ruso, con una amplia sonrisa desde que se bajó del avión y pisando suelo estadounidense pese a que el Tribunal Penal Internacional dictó una orden de detención sobre él en 2023, se anotó una victoria al ser rehabilitado el estadounidense como actor principal del panorama internacional. El jefe del Kremlin quiere que Rusia regrese a la esfera mundial como un referente y en Alaska empezó ese camino de regreso.







