La mañana del sábado se presentó con un panorama desolador en el paseo marítimo de la playa Las Canteras de Chipiona, donde la escultura del célebre guitarrista flamenco Manolo Sanlúcar amaneció víctima de un acto de vandalismo. Con graves daños en las manos y en su guitarra, e incluso sin cabeza, esta emblemática obra de arte se ha convertido en una triste representación de la falta de respeto hacia el patrimonio cultural.
Este no es un caso aislado. Hace apenas un año, el 24 de junio de 2024, la escultura ya había sido objeto de otro atentado violento: apareció volcada, con la silla rota y el anclaje de su pedestal dañado. La comunidad local había sentido ya el impacto de estos actos, pero lo sucedido en esta ocasión agrava aún más la situación. Tras una noche de desenfreno, los responsables de este nuevo ataque evidencian una preocupante insensibilidad hacia un monumento que honra a un ser humano que dedicó su vida a la música, dejando una huella indeleble tanto a nivel nacional como internacional.

Manolo Sanlúcar es reconocido no solo por su virtuosismo en la guitarra, sino también por su profunda contribución al flamenco. Su figura representa un legado cultural que trasciende fronteras, y el hecho de que su escultura sea blanco de tales agresiones es una señal alarmante de cómo se valoran y protegen nuestros símbolos culturales.
Es fundamental que las autoridades tomen medidas para salvar estas obras de arte que son testigos de la historia. La comunidad debe unirse para condenar estos actos de barbarie y trabajar en conjunto para asegurarse de que el legado de figuras como Manolo Sanlúcar no se vea empañado por la violencia y el vandalismo. La cultura es un reflejo de nuestra identidad; protegerla es responsabilidad de todos.




